Con frecuencia las personas se enfadan al tratar determinados temas y el de hoy es uno de esos temas peliagudos que fruncen ceños.
Foto: @evaguein
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Ojalá me diera por hablarte de peinados o de colores de labiales, pero chica, esto es pensando en alto y cada uno controla lo que piensa pero sólo hasta cierto punto, y en mi caso particular los labiales no me quitan en sueño, pero sin embargo sí que lo hace, y con frecuencia el tema del que quiero hablarte hoy: la lengua, o quizás las lenguas, o los pueblos, o las nacionalidades o la humanidad, ¡qué sabré yo!
El caso es que quiero contarte que hace un par de años asistí a una comida en la que todos eran asturianos menos yo, que soy gallega. Mientras charlábamos, a pesar de dar mi opinión no fui capaz de que nadie entendiera mi postura, no me refiero a que nadie pensase como yo, lo que quiero decir es que sentí que no me habían entendido. Por eso hoy espero ser capaz de hacerlo mejor que en aquella comida en la que todos fueron muy agradables y condescendientes, pero de la que salí convencida de haberme convertido en un verso suelto.
Se quejaban (todos padres con hijos en edad escolar) de que en los colegios asturianos querían implantar la enseñanza del bable, decían también que era una pérdida de tiempo y de recursos, que el bable era un invento, que nadie hablaba bable y que era mucho mejor invertir esas horas lectivas en el estudio de otras lenguas realmente importantes como el inglés.
Yo que vengo de una tierra bilingüe en la que desde niña hemos hablado indistintamente en ambos idiomas y en la que con toda naturalidad puedes hablar en gallego y no pasa nada si tu interlocutor responde en castellano y viceversa porque todos nos entendemos (que al final es la función del lenguaje) pues claro, me llamó la atención y me costaba seguirles.
Tratando de ponerme en su piel les dije que elegir entre bable e inglés es como tener que elegir entre física y química, no hay por qué. El saber no ocupa lugar, es quizá la frase que más se ha repetido en mi casa desde que era niña. ¿A qué tanto enfado? no entendía.
Los idiomas, las lenguas, los dialectos, el lenguaje, son cultura, forman parte de la identidad de los pueblos, sí, pero es que además nos permiten comunicarnos y en último caso entendernos, que a veces parece que se nos olvida.
Yo pertenezco a una familia en la que mi madre es toledana y mi padre lucense, yo nací en Madrid y mi hermano en Lugo, mi marido es de Palencia aunque nació en Zamora y mis hijos son lucenses.
Todos entendemos las dos lenguas, nadie se enfada o molesta cuando alguien habla en gallego porque es algo tan natural aquí que ni siquiera llama la atención.
Es cierto que no estoy hablando o poniendo sobre la mesa datos estadísticos, esto va de pensar en alto, no de hacer un estudio, pero simplemente estoy tratando de transmitirte la realidad que vivo en Galicia, lugar donde dos lenguas conviven y a todos nos parece bien.
Los gallegos estudiamos lengua gallega y lengua castellana en el colegio, ambas tienen la misma dificultad, ninguna es una “maría”, el gallego hace media para el acceso a la universidad y tenemos que examinarnos también en la EBAU, en mi época, en Selectividad, de gallego. Es decir, que tenemos a nuestras espaldas muchos años de estudio de gallego.
Y nadie se queja, porque no queremos perderlo, nos parece lo normal. Nadie se cuestiona el tener que estudiar gallego. Todos los gallegos consideramos a nuestra lengua una riqueza y la vivimos con orgullo, pero quizá, si hace unas décadas no nos hubieran obligado a estudiar gallego en el colegio, la realidad de hoy sería otra y seguramente muy alejada del bilingüismo pacífico del que disfrutamos hoy.
Dicho esto, de lo que realmente quería yo hablarte hoy es de los nacionalismos. A menudo los nacionalistas enarbolan la bandera de la lengua con sentido identitario, y creo que es justo por eso que los idiomas se han convertido en un tema tan peliagudo.
No creo en el nacionalismo, pero en ninguno. No estoy de acuerdo con los partidos que en España se reconocen tradicionalmente como nacionalistas, pero tampoco lo estoy con aquellos que siendo de ámbito nacional consideran que lo español, en este caso, está por encima de cualquier otra identidad, ya sea esta gallega, andaluza, catalana o extranjera.
Eso también es nacionalismo.
Y a mí, me importan las personas, no tanto las lenguas.
Somos seres humanos que compartimos un territorio (España) con una diversidad cultural que es histórica y única. Y esa diversidad es nuestra joya de la corona. Preservarla está en nuestra mano.
Me temo que me está volviendo a pasar y no estoy siendo capaz de explicarme, así que voy a terminar con una cita de Vasili Grossman en la que habla de lo esencial:
“Lo que construye el carácter de una nación es la suma de caracteres individuales: por eso, todo carácter nacional es, en esencia, carácter humano. Y la afinidad y el parecido existentes entre todos los caracteres nacionales del mundo se debe vincular a un único sustrato humano.
La base del carácter nacional es la naturaleza humana. Un carácter nacional es un matiz, un color de la naturaleza humana, su forma cristalizada.”
Te leo de vuelta, un abrazo:
Isabel
Termino con mis recomendaciones para marzo:
LEER: “QUE EL BIEN OS ACOMPAÑE” de VASILI GROSSMAN. Es nuestro libro del club de lectura de no ficción de este mes y me ha flipado. Gracias de nuevo María por hacer mi mundo más grande.
VER: Hoy os traigo una cuenta de Instagram ( @aquitamensefala) que me ha encantado, quizá os hayáis encontrado a Viggo Mortensen “falando galego” en un video que se hizo viral, pues bien, la iniciativa nace en un instituto de La Coruña y yo ya soy fan.
ESCUCHAR: Esta canción está llenita de toda la riqueza de la que he querido hablarte hoy. ¡Pelos de punta!
Ojalá te haya venido bien este rato, si es así, nos leemos de nuevo el mes que viene.
Hazme un favor y comparte “Pensando en Alto”. ¡GRACIAS por leer hasta el final!
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Mi abuela era asturiana y hablaba castellano y astuariano (que no bable, que es el término que se inventaron los contrarios a esta lengua para minimizarla y convertirla en “dialecto”), aún sin ir a la escuela. Yo paso temporadas en Asturias y se habla Asturiano, quizás mezclado con el castellano pero se habla, incluso en las grandes urbes.
Yo nací en León, con tal mala fortuna que cuando se tenía que decidir si el Leonés se inpartía en las aulas, llegó Rodolfo Martín Villa e impuso el castellano como única lengua. Y no sé pero siempre me faltó una.
Llevo casi 20 años viviendo en Barcelona y soy bilingüe catalán-castellano. Esas conversaciones de una persona en un idioma y la otra en otro son mi día a día y no pasa nada. También puedo hablar en inglés. Hace poco con una persona portuguesa, hable en 3 idiomas al mismo tiempo, con mi portugués básico, en castellano y cuando no había manera en inglés.
Me hubiera encantado aprender Leonés, más allá de lo que me enseñó mi padre, Asturiano más allá de lo que me enseñaba mi abuela y he aprendido estos años de convivencia. Pero ha tenido que ser el catalán, una lengua preciosa, la que consiga llenar el hueco de la infancia.
Ahora estoy retomando el alemán y el portugués porque sí, el saber no ocupa lugar y poderle hablar a alguien en su idioma cuando está fuera de su círculo es una de las cosas más bonitas que he vivido. Se le iluminan los ojos. Y lo sé porque cuando salgo de Cataluña y me encuentro a un catalán me pasa. Me siento en casa.
Un saludo, Isabel. Y gracias. 🙂
Buenos días. Yo te sigo desde hace muy poco y no soy de escribir nunca pero mira, este tema me gusta y aquí estoy escribiéndote. Soy valenciana y soy como tú, bilingüe desde pequeña, toda mi familia tanto por parte de padre como madre hablan valenciano y en el colegio estudiaba en castellano y valenciano y también entraba en el Selectivo el valenciano. Te has explicado muy bien o por lo menos yo te he entendido perfectamente. Mi marido es madrileño y en casa él habla a nuestra hija en castellano y yo valenciano. Siempre lo tuve claro, es mi lengua materna que no quiero perder porque es riqueza lingüística, el saber no ocupa lugar y es respetar las tradiciones (cosa que hoy en día parece que no gusta mucho). Sin embargo, lo que también veo a mi alrededor es que las nuevas generaciones no lo hablan aunque sus padres les hablen siempre en valenciano, pesa más el castellano que hablan en el cole con los amigos que lo que se habla en casa. En mi época no pasaba, yo en el colegio hablaba en castellano y en casa valenciano. Éste es otro tema a analizar que me parece curioso.
Gracias por explicar algo que yo intento trasladar también cuando sale el tema a mi alrededor. Un saludo.