Puedes leer directamente, o pinchar en play y dejar que te lo lea yo, tu eliges:
La semana pasada volví al que fue mi instituto. Mi hijo acaba de empezar a estudiar allí y nos convocaron a la reunión de padres de principio de curso.
Cruzar el umbral fue como subirme al DeLorean, fogonazos de otra vida que fue mía pero que apenas recordaba.
El vestíbulo, “FLASH”, y mi yo de 17 años gritando al aire porque había sacado un 10 en el examen de filosofía de Selectividad a pesar de que mi profesor no hubiese creído en mi ni un poquito.
Las escaleras, “FLASH”, el día que llegaba tarde y al bajar por ellas me caí de culo y fui rebotando de escalón en escalón en medio de la carcajada general y también de la mía.
El patio, “FLASH”, sentadas en corro muertas de risa, L. no puede parar, se hace pis, todas la tapamos para que nadie la vea, ¿de qué nos reiríamos?
Paso por delante del gimnasio, “FLASH”, el baile de carnaval en el que bajo mi máscara me acerqué al chico que me gustaba y me atreví a decirle por fin lo guapo que era. Nunca me descubrió, los disfraces siempre se me han dado de cine.
Y por fin llego a la clase de mi hijo, arriba de todo, su tutora empieza a hablar, que si hay que justificar las faltas, que si la plataforma, que si ya son mayores… y de pronto “FLASH”, las cosas están cambiadas de sitio, la orientación de la clase es otra, donde estaba el encerado ahora hay un perchero y donde había cuarenta pupitres ahora hay poco más de veinte. Parece más pequeña, pero no hay lugar para la duda, estoy: en mi clase de 1º de BUP.
¡Vaya viaje querida! treinta años en cinco minutos, esa es la cuenta.
Y entonces me pregunto si la Isabel que se acercó a la puerta de ese instituto por primera vez con 14 años, es la misma que hoy la recuerda con 48. Y no, mira, definitivamente no lo es.
Leo, porque lo busco, que cada “x” tiempo todas las células del cuerpo humano se renuevan (y escribo “x” porque en algunas fuentes dicen 7 años y en otras 15 y no estoy yo aquí para corroborar fuentes). Esto quiere decir que puede que la Isabel de 48 guarde a buen recaudo los óvulos y las neuronas que la joven de 14 años le legó en su día. Pero también significa que no hay ni rastro de célula epitelial, adiposa o plasmática en común entre las dos.
Si nos plantásemos juntas en la puerta del Instituto es probable que quien pasease a nuestro lado ni siquiera pensara en que somos madre e hija, queda tan poco en mi de ella que definitivamente somos dos identidades.
Afirmar que ella y yo somos la misma persona sería como decir que nuestra humanidad reside en nuestras neuronas ¿qué opinas?
Ya estoy pensando en alto otra vez.
Científica no soy, pero de sentido común voy sobrada, poner pie a tierra se me da bien, como los disfraces, y creo que reducir lo que somos al contenido de nuestro cerebro sería de tontos.
Cuando recuerdo a la niña que fuí sonrío, sin ella no sería yo. Pero a la vez me parece alucinante que la naturaleza nos haya hecho capaces de renovarnos casi por completo cada x años.
Mírate bien, comprueba las manchas de tus manos, si las tienes, o las arrugas en torno a tus ojos. A lo mejor piensas que eres mayor, pero quizá las células que las forman, con independencia de la edad que tengas, están por estrenar y eso “FLASH” es magia pura.
Te leo de vuelta, un abrazo:
Isabel
Termino con mis recomendaciones para octubre:
LEER: El domingo por la tarde me leí del tirón “La Dificultad del Fantasma. Truman Capote en la Costa Brava” de Leila Guerriero. Es más un libro sobre la memoria que sobre Capote, pero a Leila hay que leerla siempre.
VER: Mi canción favorita de Coldplay en Glastonbury con Michael J. Fox.
ESCUCHAR: No hay motivo, simplemente me encanta esta canción, me pone de buen humor, mejora mis días, así que dale al play, y aquí la letra, por si te animas a cantar:
Ojalá te haya venido bien este rato, si es así, nos leemos de nuevo el mes que viene.
Hazme un favor y comparte “Pensando en Alto”. ¡GRACIAS por leer hasta el final!
Y si estás aquí de rebote y quieres quedarte sólo tiene que teclear tu correo aquí:
Me ha encantado. Mientras te leía, me veía a mí en mi instituto, hoy el de mi hija de 16 años.
Todo ha cambiado, y tengo pocos o nada recuerdos de cómo era mi clase.
Los recuerdos que tengo más vivos son de sensaciones: ver al chico que me gustaba, nervios antes del examen, la barba espesa del profe de filosofía....
Michael J Fox llenaba las paredes de mi habitación. Tom Cruise la de mi amiga, y Patrick Swayze, la de otra. Nos repartíamos los amores platónicos para no hacernos la competencia entre nosotras...
En fin, qué nostalgia!